No pasa un día en el cual alguna noticia pro- veniente de las zonas de frontera y desde el corazón de sus nuevos recintos no arrugue nuestra vida cotidiana. Ya sea hacia Europa, los Estados Unidos o Israel1 el viaje hacia el Norte tiene sus riesgos, y las tierras fronterizas conservan, sobre el agua o en los abismos del mar, entre arena y médanos, a los anónimos caídos, nuestros contemporáneos hundidos. No pasa un día en el que no haya náufragos y desaparecidos, gente que nunca volverá a su casa y cuyas familias nunca más tendrán noticias de ellos. Tampoco los niños y las niñas están a salvo de este destino de in- diferencia masiva, y mueren como los adultos con quienes han viajado, ya sean parientes o desconocidos. En el mundo-apartheid (Balibar, 2003) construido por las democracias neoliberales parece no haber lugar ni siquiera para ellos (Rivera-Farfán, 2018). Hablaré del tema de la migración de las mujeres para plantear algunas preguntas más generales que puedan reinterrogar las prácticas analíticas cuando la cura mira a quién le tocó la “violencia del trauma de la exclusión” (Viñar, 2007a, p. 154), pues hay que preguntarse si, en la llamada clínica de la modernidad, tienen un lugar síntomas inervados en coyunturas históricas específicas que hacen de una mujer inmigrante una paria, una excluida, tanto en la sociedad de origen como a lo largo del viaje, como finalmente en el país de acogida.
Rastros generativos: Sobre repetición y exilios femeninos
Simona Taliani
2019-01-01
Abstract
No pasa un día en el cual alguna noticia pro- veniente de las zonas de frontera y desde el corazón de sus nuevos recintos no arrugue nuestra vida cotidiana. Ya sea hacia Europa, los Estados Unidos o Israel1 el viaje hacia el Norte tiene sus riesgos, y las tierras fronterizas conservan, sobre el agua o en los abismos del mar, entre arena y médanos, a los anónimos caídos, nuestros contemporáneos hundidos. No pasa un día en el que no haya náufragos y desaparecidos, gente que nunca volverá a su casa y cuyas familias nunca más tendrán noticias de ellos. Tampoco los niños y las niñas están a salvo de este destino de in- diferencia masiva, y mueren como los adultos con quienes han viajado, ya sean parientes o desconocidos. En el mundo-apartheid (Balibar, 2003) construido por las democracias neoliberales parece no haber lugar ni siquiera para ellos (Rivera-Farfán, 2018). Hablaré del tema de la migración de las mujeres para plantear algunas preguntas más generales que puedan reinterrogar las prácticas analíticas cuando la cura mira a quién le tocó la “violencia del trauma de la exclusión” (Viñar, 2007a, p. 154), pues hay que preguntarse si, en la llamada clínica de la modernidad, tienen un lugar síntomas inervados en coyunturas históricas específicas que hacen de una mujer inmigrante una paria, una excluida, tanto en la sociedad de origen como a lo largo del viaje, como finalmente en el país de acogida.File | Dimensione | Formato | |
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